miércoles, 28 de noviembre de 2012

Griselda Siciliani en Gente

“Quiero enseñarle a Margarita a ser como sus papás: disfrutadores”


Más linda. Más flaca. Más feliz. A cuatro meses y medio –y 25 kilos– de haber sido mamá, vuelve con todo. Intima y reveladora, la actriz da cuentas de una nueva vida. El vínculo con su hija. La redefinición del amor con Adrián Suar. Los proyectos que la motivan. Y los secretos de una figura recuperada en tiempo récord. 
 
"Sol, quiero decirte una cosa/ una sola cosa quiero decirte, sol/ No dejes de salir todos los días/ porque necesito tu caricia y tu calor”. Atípico arrorró y hebra perfecta de la que tirar en esta charla en la que la emoción vencerá a un viejo prejuicio –de todo eso nuevo que trajo la popularidad–, convertido casi en política personal: “De los actores no debe conocerse demasiado”. Margarita duerme con una sonrisa. Y Griselda Siciliani (34) ya no pierde la suya.
MI EXPERIENCIA MAS ANIMAL. Así titula el capítulo del parto. “Minutos después de haber parido, me quedé pensando: ‘Fue un momento muy mamífero’. No había imaginado algo tan físicamente brutal, de un poder extremo, pura magia”, dice. “Uno entiende que durante nueve meses lleva a una persona adentro, y en cuestión de segundos la tenés en los brazos... Es heavy el hecho y la responsabilidad”.
–Suena a improvisación. –Sólo habíamos tenido una charla con Raquel, nuestra partera. Adrián (44), ella y yo. La citamos en casa ya entrado el octavo mes. ¡Le pregunté todo! Hasta ese entonces, ante cada síntoma decía: “¿Será normal?”. Entonces consultaba en Qué esperar cuando se espera, el manual que me prestó Natalia Oreiro.
–¿Qué tal estuvo Adrián en la sala de partos?
–¡Tremendo! También fue su primera vez, porque Toto (Tomás Kirzner, 14) nació por cesárea. Fue un gran compañero durante las doce horas de trabajo de parto. Cuando apareció lookeado con el equipo, la cofia y la filmadora... ¡Imaginate! Entró haciendo chistes y los médicos no paraban de reírse. Todo ese tiempo lloramos y gritamos juntos, pero después fue desopilante escuchar su relato: “Ves a tu mujer convirtiéndose en un león, viendo de ella lo que jamás viste. Salvajismo total”. Adrián le pone humor a todo. Nos hemos reído en las peores situaciones, con ojeras por el piso, los dolores, la teta, el coso... (se emociona). Todo, incluso el dolor, pasa a segundo plano. Ahí nada le gana al deseo de que el nacimiento salga bien. Tuve miedos. Pero también confianza, como que tenía información de mi propio cuerpo diciéndome que podría con eso. Seguí mi intuición.

La nota completa completa en la edición 2468 de Gente