sábado, 27 de agosto de 2011

Un día con los súper héroes televisivos

PERFIL compartió un ensayo de la versión teatral  que debuta en el Opera Citi el 2 de septiembre. Cabré y Siciliani saben bien su letra, Tobal cuida a su marido, Vázquez dice que está todo bien con la Vernacci y Posca se queja del tráfico en la Panamericana.   

 

Hoy vienen Los Unicos?”, pregunta Lucas, alumno de quinto grado del Colegio San Gregorio, de Palermo. “Sí”, responde el hombre de seguridad del lugar. A lo que el niño contesta: “¿Me estás jodiendo?”, la muletilla del personaje Axel Etcheverry de la exitosa ficción de El Trece. Lucas sale corriendo para contarles a sus seis compañeritos, quienes esperan con papel y birome en la mano. No se quieren perder el autógrafo de su súper héroe preferido por más que la temperatura roce los 10 grados. Se ponen como si fuera una barrera en un tiro libre a la espera de que lleguen Etcheverry (Nicolás Cabré), María (Griselda Siciliani), Rubén (Nicolás Vázquez), Rosario (María Eugenia Tobal), Monterrey (Arnaldo André), Hugo (Pepe Monje), Poly (Jimena Barón), Sofia (María Eugenia Suárez), Helena (Julieta Zylberberg), Fortuna (Marcelo Mazzarello) y el villano Ronco (Favio Posca). Y es que desde hace un mes saben que los actores ensayan allí, de lunes a jueves, en una sala del Centro Cultural Armenio, la adaptación de la ficción que será llevada al Teatro Opera Citi el próximo 2 de septiembre, producida por Adrián Suar y Fernando Blanco, y escrita y dirigida por Marcos Carnevale.
Las dos personas que preparan todo para el ensayo diario, son el productor ejecutivo Marcelo Ricci y el asistente de dirección Guillermo Antonini. “Bastante buena onda le ponen los actores, vienen cansados, hinchados las bolas de grabar desde las 8 de la mañana”, dice el productor mientras el asistente de dirección cuenta que no pueden usar el escenario del Centro porque es demasiado chico en compararación con el Citi, por lo que deben hacerlo sobre el piso de la sala. “Por última vez, mañana (por ayer) empezamos los ensayos en el teatro, donde se ve realmente cómo queda todo en las cuatro escenografías que tenemos: la central de computos con el escondite de Los Unicos y el casino, dentro y fuera del bar, y la última en el sótano”. A diferencia de lo que se ve en pantalla, los protagonistas no tendrán escenas de riesgo: “No hay dobles, ni disparos, ni balas de fogueo”, agrega Antonini.
El primero en llegar es Nico Vázquez acompañado por el apuntador Cristian Grassi y un café con leche. “No comí nada desde que paramos al mediodía”, cuenta mientras que comienza el desfile continuo de los actores: aparece Griselda Siciliani  con un tapado blanco y detrás Favio Posca, quien le comenta que casi choca con su auto: “No sabés lo que era la ‘Pana’. Casi cag...”. Tercera, Barón, la que más cara de cansada tiene (entendible, está en “Bailando por un sueño”), detrás suyo caen André y Eugenia Tobal, sin la compañía de Cabré, completan Zylberberg, Monje, Suárez, Mazzarello. Pasadas las 19, sólo faltaba el presente de Cabré, quien unos minutos después aparece silencioso, serio, mientras sus compañeros practican los guiones. Se sirve un vaso de gaseosa cola natural, y su flamante esposa, Tobal, trota cruzando la sala y le da un beso que termina en un fuerte abrazo. “No hemos estado juntos en las escenas, pero por suerte compartimos el trabajo, si no no nos veríamos nunca. Disfruto de estar con ella, vivir este momento lindo juntos”, comentó el galán más tarde a PERFIL.
A una semana del estreno, algunos se olvidan la letra y le consultan a Grassi, pero con experiencia suelen modificarlo sin que pierda el sentido la oración. Siciliani y Cabré son los que más dominan el guión. Siciliani es graciosa, tanto que hace reír a Posca que la mira bailar en la escena en que se deben disfrazar de bailarines de salsa. La obra durará 75 minutos para lograr mantener la atención del público infantil y sólo harán 33 funciones por lo que una posible temporada en Mar del Plata como sucedió con Valientes parece una utopía: “No creo, todos tenemos otros compromisos y realmente quiero descansar”, dice Griselda.
En la siguiente escena de Cabré y Suárez, Tobal, sentada al lado de André, mira atenta y pide silencio a sus colegas que están hablando en voz baja para que no desconcentren a su marido. Lo logró, fue el momento más silencioso del ensayo. Sólo una vez el protagonista dudó del libreto: “Era: ¿me estás engañando con el Negro, no?”. A lo que el apuntador asiente con la cabeza. “Tengo facilidad para aprenderme la letra, tengo mucha memoria y con el personaje invento bastante.” Vázquez es el más sociable, charla con todos y no se distrae en ningún momento: “Que no esté Mariano (Martínez) no creo que haya potenciado mi personaje. Hubiera sido lo mismo, quería que esté, pero me dijo que prefiere estar con su mujer y su hija. Cada uno ocupa su lugar”.
La ficción tuvo una inserción importante en el mundo de los niños, quienes dicen las frases de los personajes en los colegios, en sus casas, en los clubes. Vázquez se refiere a este fenómeno: “De mi personaje dicen: ‘Permiso para pasar, señor’, con tono militar. Y hace dos meses empecé a decir ‘basura’, sin el sentido violento, sino como muletilla. Hay tipos de 40 años que me lo dicen en la calle”. Sobre las continuas críticas de Elizabeth Vernacci en su programa Tarde Negra, Vázquez se lo toma con humor: “Es el estilo de la Negra. Ayer la llamé por teléfono porque hizo un chiste y quedé como que había mandado una carta documento. Está todo bien”. Por su parte, Cabré agrega: “En Son amores decían como el ‘mucchio’. Está bueno por la llegada del personaje, pero a veces es demasiado... Cuando voy a comer me dicen ‘¿me estás jodiendo?’ y después de 14 horas de hacer lo mismo digo: ‘¡Uy, por Dios!’. Axel es divertido pero a la vez molesto, por eso es lógico que las maestras se quejen” (sonríe).
El único momento que se frenó la escena por pedido de un actor fue cuando Cabré pidió el cese de fotos para el backstage porque lo desconcentraba: “Pará que es un ensayo –le dijo al fotógrafo–. Es demasiado”. “¿Cómo es la convivencia? Es una gran familia con todo lo que eso implica, obviamente que no siempre estamos de buen humor, es lo normal de cualquier convivencia numerosa. Hay que tratar de que fluya de la mejor manera. Nos llevamos bien. Dentro de siete horas nos volvemos a ver”, confiesa el ex Son amores. Ya sobre las 21, los intérpretes empiezan a emigrar a sus casas. Posca sale corriendo para hacer su función en el teatro, Cabré y Tobal se quedan charlando con el asistente de dirección, y Siciliani llama por teléfono para encontrarse con una persona (¿Suar?) por la zona de Palermo, y saluda: “Me voy. Estos días son durísimos. Queremos estrenar cuanto antes. Me levanto a las 5.30, sólo logro dormir unas horitas”.

La historia en teatro. Los actores dicen que fue dinámico adaptar la ficción al teatro. “Es que no tuvimos que crear nuevos personajes, hacemos lo mismo que en la TV”, confiesan, aunque claro que la trama cambió. En la versión teatral, con funciones viernes a las 20, sábados a las 19 y 21.30, y domingos a las 18, Los Unicos son convocados por Monterrey para  resolver un caso en Alemania en 1974, donde Japón y Estados Unidos crean un conservante para carnes que con el tiempo trae problemas a la salud de los ciudadanos del mundo. Para ello, cuentan con la máquina del tiempo manejada por un dispositivo creado con un joystick de PlayStation.  Mientras se preparan para la expedición, María (Siciliani) prueba viajar a la ciudad de Chacabuco cuando tenía un año para saber quién es su verdadero padre y descubre que es Monterrey. En su regreso, lo busca desesperada pero Ronco (Posca) hackea los servicios de inteligencia de Los Unicos y les comunica que tiene secuestrado a su padre. Su objetivo es entregarlo con vida a cambio de la machine time. Etcheverry, María, Rosario y Rubén se disfrazan de un grupo de salsa para llegar hasta el escondite del villano y recuperar a su capitán con vida. ¿Final feliz? Sí, emotivo encuentro entre Monterrey y María. Padre e hija, por fin juntos.
Hoy vienen Los Unicos?”, pregunta Lucas, alumno de quinto grado del Colegio San Gregorio, de Palermo. “Sí”, responde el hombre de seguridad del lugar. A lo que el niño contesta: “¿Me estás jodiendo?”, la muletilla del personaje Axel Etcheverry de la exitosa ficción de El Trece. Lucas sale corriendo para contarles a sus seis compañeritos, quienes esperan con papel y birome en la mano. No se quieren perder el autógrafo de su súper héroe preferido por más que la temperatura roce los 10 grados. Se ponen como si fuera una barrera en un tiro libre a la espera de que lleguen Etcheverry (Nicolás Cabré), María (Griselda Siciliani), Rubén (Nicolás Vázquez), Rosario (María Eugenia Tobal), Monterrey (Arnaldo André), Hugo (Pepe Monje), Poly (Jimena Barón), Sofia (María Eugenia Suárez), Helena (Julieta Zylberberg), Fortuna (Marcelo Mazzarello) y el villano Ronco (Favio Posca). Y es que desde hace un mes saben que los actores ensayan allí, de lunes a jueves, en una sala del Centro Cultural Armenio, la adaptación de la ficción que será llevada al Teatro Opera Citi el próximo 2 de septiembre, producida por Adrián Suar y Fernando Blanco, y escrita y dirigida por Marcos Carnevale.
Las dos personas que preparan todo para el ensayo diario, son el productor ejecutivo Marcelo Ricci y el asistente de dirección Guillermo Antonini. “Bastante buena onda le ponen los actores, vienen cansados, hinchados las bolas de grabar desde las 8 de la mañana”, dice el productor mientras el asistente de dirección cuenta que no pueden usar el escenario del Centro porque es demasiado chico en compararación con el Citi, por lo que deben hacerlo sobre el piso de la sala. “Por última vez, mañana (por ayer) empezamos los ensayos en el teatro, donde se ve realmente cómo queda todo en las cuatro escenografías que tenemos: la central de computos con el escondite de Los Unicos y el casino, dentro y fuera del bar, y la última en el sótano”. A diferencia de lo que se ve en pantalla, los protagonistas no tendrán escenas de riesgo: “No hay dobles, ni disparos, ni balas de fogueo”, agrega Antonini.
El primero en llegar es Nico Vázquez acompañado por el apuntador Cristian Grassi y un café con leche. “No comí nada desde que paramos al mediodía”, cuenta mientras que comienza el desfile continuo de los actores: aparece Griselda Siciliani  con un tapado blanco y detrás Favio Posca, quien le comenta que casi choca con su auto: “No sabés lo que era la ‘Pana’. Casi cag...”. Tercera, Barón, la que más cara de cansada tiene (entendible, está en “Bailando por un sueño”), detrás suyo caen André y Eugenia Tobal, sin la compañía de Cabré, completan Zylberberg, Monje, Suárez, Mazzarello. Pasadas las 19, sólo faltaba el presente de Cabré, quien unos minutos después aparece silencioso, serio, mientras sus compañeros practican los guiones. Se sirve un vaso de gaseosa cola natural, y su flamante esposa, Tobal, trota cruzando la sala y le da un beso que termina en un fuerte abrazo. “No hemos estado juntos en las escenas, pero por suerte compartimos el trabajo, si no no nos veríamos nunca. Disfruto de estar con ella, vivir este momento lindo juntos”, comentó el galán más tarde a PERFIL.
A una semana del estreno, algunos se olvidan la letra y le consultan a Grassi, pero con experiencia suelen modificarlo sin que pierda el sentido la oración. Siciliani y Cabré son los que más dominan el guión. Siciliani es graciosa, tanto que hace reír a Posca que la mira bailar en la escena en que se deben disfrazar de bailarines de salsa. La obra durará 75 minutos para lograr mantener la atención del público infantil y sólo harán 33 funciones por lo que una posible temporada en Mar del Plata como sucedió con Valientes parece una utopía: “No creo, todos tenemos otros compromisos y realmente quiero descansar”, dice Griselda.
En la siguiente escena de Cabré y Suárez, Tobal, sentada al lado de André, mira atenta y pide silencio a sus colegas que están hablando en voz baja para que no desconcentren a su marido. Lo logró, fue el momento más silencioso del ensayo. Sólo una vez el protagonista dudó del libreto: “Era: ¿me estás engañando con el Negro, no?”. A lo que el apuntador asiente con la cabeza. “Tengo facilidad para aprenderme la letra, tengo mucha memoria y con el personaje invento bastante.” Vázquez es el más sociable, charla con todos y no se distrae en ningún momento: “Que no esté Mariano (Martínez) no creo que haya potenciado mi personaje. Hubiera sido lo mismo, quería que esté, pero me dijo que prefiere estar con su mujer y su hija. Cada uno ocupa su lugar”.
La ficción tuvo una inserción importante en el mundo de los niños, quienes dicen las frases de los personajes en los colegios, en sus casas, en los clubes. Vázquez se refiere a este fenómeno: “De mi personaje dicen: ‘Permiso para pasar, señor’, con tono militar. Y hace dos meses empecé a decir ‘basura’, sin el sentido violento, sino como muletilla. Hay tipos de 40 años que me lo dicen en la calle”. Sobre las continuas críticas de Elizabeth Vernacci en su programa Tarde Negra, Vázquez se lo toma con humor: “Es el estilo de la Negra. Ayer la llamé por teléfono porque hizo un chiste y quedé como que había mandado una carta documento. Está todo bien”. Por su parte, Cabré agrega: “En Son amores decían como el ‘mucchio’. Está bueno por la llegada del personaje, pero a veces es demasiado... Cuando voy a comer me dicen ‘¿me estás jodiendo?’ y después de 14 horas de hacer lo mismo digo: ‘¡Uy, por Dios!’. Axel es divertido pero a la vez molesto, por eso es lógico que las maestras se quejen” (sonríe).
El único momento que se frenó la escena por pedido de un actor fue cuando Cabré pidió el cese de fotos para el backstage porque lo desconcentraba: “Pará que es un ensayo –le dijo al fotógrafo–. Es demasiado”. “¿Cómo es la convivencia? Es una gran familia con todo lo que eso implica, obviamente que no siempre estamos de buen humor, es lo normal de cualquier convivencia numerosa. Hay que tratar de que fluya de la mejor manera. Nos llevamos bien. Dentro de siete horas nos volvemos a ver”, confiesa el ex Son amores. Ya sobre las 21, los intérpretes empiezan a emigrar a sus casas. Posca sale corriendo para hacer su función en el teatro, Cabré y Tobal se quedan charlando con el asistente de dirección, y Siciliani llama por teléfono para encontrarse con una persona (¿Suar?) por la zona de Palermo, y saluda: “Me voy. Estos días son durísimos. Queremos estrenar cuanto antes. Me levanto a las 5.30, sólo logro dormir unas horitas”.

La historia en teatro. Los actores dicen que fue dinámico adaptar la ficción al teatro. “Es que no tuvimos que crear nuevos personajes, hacemos lo mismo que en la TV”, confiesan, aunque claro que la trama cambió. En la versión teatral, con funciones viernes a las 20, sábados a las 19 y 21.30, y domingos a las 18, Los Unicos son convocados por Monterrey para  resolver un caso en Alemania en 1974, donde Japón y Estados Unidos crean un conservante para carnes que con el tiempo trae problemas a la salud de los ciudadanos del mundo. Para ello, cuentan con la máquina del tiempo manejada por un dispositivo creado con un joystick de PlayStation.  Mientras se preparan para la expedición, María (Siciliani) prueba viajar a la ciudad de Chacabuco cuando tenía un año para saber quién es su verdadero padre y descubre que es Monterrey. En su regreso, lo busca desesperada pero Ronco (Posca) hackea los servicios de inteligencia de Los Unicos y les comunica que tiene secuestrado a su padre. Su objetivo es entregarlo con vida a cambio de la machine time. Etcheverry, María, Rosario y Rubén se disfrazan de un grupo de salsa para llegar hasta el escondite del villano y recuperar a su capitán con vida. ¿Final feliz? Sí, emotivo encuentro entre Monterrey y María. Padre e hija, por fin juntos.